Pasaron cinco años hasta que David despertó.
Encontró a Teddy, su compañero de peluche, jugando con un coche de juguete y David vio a Mónica, estaba muy deformada, le preguntó a Teddy:
-¿Qué le pasa a mami?
Teddy le contestó:
-David, no es real ¿no te acuerdas que el alien nos dijo que mami solo iba a estar un día?
David empezó a llorar desconsoladamente:
-El día que mamá estuvo conmigo jugamos e hicimos muchas cosas divertidas, fue el mejor día de mi vida, nunca lo olvidaré.
Teddy intentó tranquilizarle y muy emocionado le dijo:
David, tenemos que hacer algo -¿Pero qué?, preguntó David Teddy la susurró algo al oído.
David aprobó la idea y los dos amigos se pusieron en marcha. Después de veinte años consiguieron hacer una nave espacial, no era perfecta, pero aguantaría hasta el planeta Tierra. Los aliens les habían ayudado con tecnología pero nunca creyeron que los dos robot llegarían a su destino. David les había prometido que si les ayudaban, les daría información sobre los humanos. Fue el momento de despegar, los aliens les acompañaban. El viaje estuvo a punto de acabar mal porque se cruzaron con un cinturón de asteroides. Cuando llegaron a la Tierra todo estaba muy cambiado, era un planeta deshabitado. David estaba muy triste, empezó a andar por la ciudad donde habían vivido y acabó en el cementerio, encontró la lápida de su madre y leyó con atención una frase que nunca olvidaría:
“Una vez tuve un niño diferente al resto, se llamaba David, le quería mucho. Aunque yo no esté con él, David tendría que ser feliz”
Autor: Helio del Fresno